De desvelos y otros cansancios
9/30/20153 min read
Anoche un nuevo año comenzó y mientras las botellas de champaña vacías, el confeti bajo los pies, los rascacielos de platos sucios en la cocina y las raciones de pavo en la nevera empiezan a echar raíces a mi alrededor, las cosas se están poniendo demasiado quietas por aquí. En medio de un bostezo, estrago del desvelo, me abro paso hasta la cocina y preparo café para terminar de despertar y mientras el trago me calienta la garganta, puedo sentir el tedio de la rutina de los próximos días escalando sin que pueda hacer nada al respecto, como el preludio de la atemorizante caída de una montana rusa.
Cepillas y cepillas el cabello pero no logras alisarlo, y de pronto te das cuenta de que las cosas que solían funcionar ya no lo hacen. El acondicionador, el aceite de coco, las lágrimas... De pie frente al tocador cubierto de brillos labiales, sombras para los ojos, rímel y rubor, te quitas los tacones haciendo un esfuerzo por no ceder ante las rodillas debilitadas. Tragas saliva con dificultad, porque algo está atorado en tu garganta desde que saliste de casa y fingiste tu mejor sonrisa mientras brindabas antes de beber vino espumoso en copas de vidrio con tus amigos. Aún con nudos en el pelo te dejas caer sobre el taburete preguntándote si algo de todo lo que ocurrió importa. Pones tus manos sobre el tocador y te miras al espejo, como esperando una respuesta de tu feflejo, pero solo te observa en silencio. Entonces tu celular suena, desbloqueas la pantalla y sonríes. Es un gesto trémulo pero sincero, porque esos mensajes te recuerdan que eres amada. Te dicen que las cosas bonitas sólo están cansadas y quietas, no se han ido para siempre. Y de repente te inunda la certeza de que estarás bien y que el día de mañana todo sea diferente.
Eso duele. No escribas sobre ello. Hacerlo amplifica el dolor. Le da forma, textura. Escribir sobre ello crea un espacio donde la oscuridad puede existir. Otra forma de lamentación. Refuerza las huellas en la mente. Traza ríos que cortan y lo hacen profundo en la tierra. Cada palabra es un copo de nieve que conduce a la avalancha. Alimentando algo que no debería estar ahí. Destruyendo lo seguro. No escribas sobre ello. Las palabras son navajas, vidrios rotos, espinas, gotas de agua insignificantes, pero que de un momento a otro pueden convertirse en una inundación repentina. No escribas sobre ello o te ahogarás. Hoy no. Hoy solo respira hondo y cierra los ojos. Siente lo que palpita en tu cuerpo. Entrégalo a la emoción. Vuelve a respirar. Ve televisión, sal a caminar. Llena de color una pieza blanca de papel. Ve de vuelta a la cama. Mírate al espejo y di «Esto es jodidamente difícil». Pero no digas por qué.
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En diciembre del 2012 yo era feliz. Me gusta abrazar ese mes en mi memoria como una prueba de que es posible. De que tal vez y solo tal vez puedo sacudir las cenizas de mis huesos. Llevo esa idea conmigo siempre como una semilla, tratando de suministrarle lo que necesita para crecer. Sé que en ese mes estaba levantándome a la misma hora todos los días, trabajando en mi tesis al menos cuatro horas al día. Estudiando inglés en una escuela local. Pasando la mayor parte de mi tiempo libre con algunos nuevos amigos que hice en ese instituto. Seguía una dieta vegetariana y cocinaba la mayoría de mis platillos. Pero eso es todo lo que puedo recordar de ese mes. Esas cosas y el hecho de que era feliz.
¿Puede la felicidad ser tan simple? ¿Como como lavarse los dientes, comer una rebanada de pastel de chocolate o recibir una carta de una amiga por correo? Si es así de fácil, entonces, ¿por qué no puedo hacer esas cosas? La mano de la tristeza me aprieta con tanta fuerza que no logro ver que movimientos necesito hacer para liberarme de ella.
Todo suena tan fácil en teoría: Levántate temprano, nada, practica yoga, trabaja, cocina, escribe, sal de viaje. Pero cada una de esas cosas se siente tan monumental hoy en día. Parece que nada hará la diferencia. Las cosas que sabes ayudan no importan, porque no puedes hacerte creer en ninguna de ellas. ¿Por dónde empezar cuando lo único que quiero es cerrar los ojos y no volver a despertar?
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