El arte de sentir
9/21/20162 min read
¿Cómo fue que llegué a un hospital psiquiátrico? ¿Cómo fue que llegué a mi límite? Hace casi tres años mi sentido de vida se quebró por una desesperanza que infectó todo en mí. Encontré en un bote de pastillas la manera de desaparecer el dolor de un vacío desolador. Y desde esa mañana mi mundo se colapsó. Mi estado de ánimo va y viene, justo como la marea. Me erosiona incluso cuando las cosas van bien. Las emociones en general me agotan e intento más y más fuerte alejarlas de mí. No sentirlas. Sin importar cual sea. Sólo no.
En medio de la noche doy vueltas en mi cama como buscando un motivo para seguir viva. De reojo veo una foto sobre mi tocador con recuerdos de un año nuevo en San Miguel de Allende, con mi hermana sonriendo abrazada a mí. Un destello de contradicción inseminó mi mente diciéndome a gritos que la vida es simple. Hermosa. «Solo sigue adelante», y cerré los ojos.
A la mañana siguiente esperé estar de vuelta en la luz de la esperanza. Pero las nubes no se dispersaron y encerraron en su misterio al eco de los rayos del sol. Lo único que sabía era que estaba llena de heridas y aún seguía de pie.
Una persona solitaria. Que piensa en exceso. Demasiado curiosa. Ansiosa. Con el tiempo, la terapia, la yoga y los medicamentos, he descubierto una manera para tranquilizar mis emociones, pero a veces solo deseo no sentir nada. Aunque no sé lo que es peor, experimentar el vacío o sentir todo de una forma extremadamente intensa. Cada que pienso en eso me pregunto si debo acurrucarme en el suelo y llorar. Siendo sincera, a veces creo que la ansiedad burbujea por puro hábito, como un recordatorio de mis heridas para que no las ignore por pura comodidad. Porque todavía quedan muchas cicatrices por coser. Porque supongo que que como todo arte, sentir requiere práctica. Necesito aprender a estar triste, así como sé estar feliz. Terminar con la dedicación a perpetuar la idea de que otras personas de alguna manera saben lo que están haciendo menos yo.
Cerca de la medianoche una chica en Instagram publicó en su cuenta algo acerca de lo ridiculamente dificil que es vivir la vida, recordándome que ninguno de nosotros hace las cosas de forma única. Que no estamos solos. Apesar de vivir en diferentes mundos, algunos separados por años y distintas vidas. Pero en ese momento, en esa noche, las dos estábamos necesitadas de alguien con quien hablar. Interacción humana.
Algo dentro de mí me asegura que en realidad ninguno de nosotros sabemos lo que estamos haciendo. Que no hay una forma correcta de vivir. Lo hace susurrando mientras me cubro con el edredón de mi cama, confesándome que tengo miedo de volver a cometer los mismos errores del pasado. Enrredarme en la sensación de no ser suficiente y eventualmente agotarme. Miedo de convencerme de que necesito más que las terapias, los medicamentos y la yoga para superar todo esto y me derrote ante la idea que que todo este proceso es inútil.
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