Mujeres

6/4/20192 min read

A veces quiero hablar de mujeres. Me tienen en sus manos y ellas en las mías. Somos como la presa que el cazador persigue. Distantes y ausentes despertamos para enfrentar el sacrificio que la historia nos hereda. Son como mi casa, el refugio donde habito. Juntas nos preguntamos qué podemos hacer con el remolino de afuera. Entre poetas nos escibimos. Algunas uniformadas, otras tantas despeinadas. Pero nos preguntamos qué podemos cambiar, lo que nos espera. Unas tenemos ganas de mirar al otro lado de la ventana, otras no. Sobra decir que nos están matando. Entre santos, héroes y bandidos fallecemos. Si alzamos la voz, el escándalo que nos relaciona al Holocausto nos sobrepasa. Entonces, ¿qué podemos hacer con intelectos soberbios y con el testamento de princesas en cuentos de hadas? Después de todo solo se trata de la vida. Nos duele. Me duele.

A la miseria del placer nos utilizan, nos desaparecen, condenando nuestra búsqueda a la eternidad. Niñas, mujeres y ancianas da igual. Extrañamente no se trata del cuerpo al que maldicen, contra el que luchan. Es un concepto el que pelean. Nos pesa un silencio robusto. Clava nuestros corazones al muro en el que a menudo se leen las palabras muerta o desaparecida.

Esperanza te ruego: ¡Písame con tu pie desnudo! Estrújame como a las uvas en tus viñedos.

Al injusto fracaso me desespero, porque su opuesto podría darnos todo, secar nuestra boca de llanto. Pero no. Diario me llaman las pupilas infantas que veo en la calle, me reclaman cómo es que lo hemos permitido. Después de todo no tengo una respuesta. Codiciada es la paz pero en estos tiempos pareciera prohibida. En cambio, la muerte está cerca, a un paso la sentimos. Nuestra sangre está alborotada. Temerosa de terminar con el cuerpo horizontal tras un matorral. Algunas de nosotras encendidas en fuego, anhelamos una tumba con cuerpo. Madres, hijas, hermanas. Hay cosas que no conozco, que no he aprendido, y aun así en esta angustia me hago. Silencio y olvido en que me aflijo. Mi corazón a flor de piel sobrevive en las manos de las mujeres. La sonrisa perdida lazada a un grito.

Mujeres de sombra ya ven que cosas digo.