Soy de ustedes

5/11/20192 min read

Papá dice que es major hablar que callar cuando el corazón sufre. Que es más sensato pelear por nuestros sentimientos que esconderlos bajo los sesos. Que no es egoísta anhelar el bien personal y querer ser felices. Que la memoria de los hombres es una condena si no se le escucha, si no se le aprende. Que no está mal callar si nuestras palabras no serán dulces. Que algunas veces es preferable esperar un poco para condenser nuestros pensamientos y hablar con el corazón en la mano en lugar del enfado en la lengua.

Papá dice que no hay nada peor que olvidarse de quién eres y de dónde vienes. Mas no lo es tanto sentirse extraviado, porque siempre se puede corregir el camino. Lo dice con sus ojos avispados y sus cejas despeinadas. También sentado en su bocho, junto a mi madre. Exaltado y calmo, riendo y llorando.

Soy él, mi madre y mi hermana. Mi perro y los sitios en los que he estado. Soy carne, flores y memorias. Agujas, espinas, gritos y risas. A veces lo olvido, todo, menos las palabras de mi padre. A quien camino emprende mi corazón asustado, para beber agua de la sabiduría que en él reposa. Amo a mi padre, como se ama a una estrella. Lo amo con sus más de sesenta años. En la hora precisa. Lo amo antes de ir a dormir y también al despertar.

Me aflije pensar que un día él y mamá estarán bajo tierra. Más no muertos. Nunca. Porque siempre vivirán en sus palabras.

Mamá dice que es major dejar llegar a tú rostro besos antes que arrugas. Y darlos, ¡que mejor! Mamá dice que es preferible amar y amar mucho, a esconderme tras un muro y no volverlo a hacer. Que es major ser juzgada de puta, que ser enterrada de princesa pura. Que no hay cortina para mirar al mundo, porque lo que atraviesa mis ojos es lo que hay.

Y por eso voy a guardar este día en un cajón para recordarlo como aquel en el que te confesé lo que soy de ti. De ustedes. Cada célula los lleva conmigo. Son la sombra en el agua, mi cariño desde niña. Dulce y amargo, eso son. Amargo desde el vino reposado en sus mares. Dulce desde la voz que trepa por su garganta. Amargo en las palabras que murieron antes de salir, pero dulce en el centro, como un melocotón maduro. Floreciendo con sus besos en torno a los versos escritos y aquellos jamás dichos. En torno a las enredaderaque visten sus corazones, perfumadas de ron.

Solo les pido una cosa más para nuestro ultimo dia, dejenme la esperanza de no olvidarme de ustedes, ni de sus palabras. Nunca.