Últimamente

9/23/20152 min read

Últimamente no puedo escribir. Cojo papel y pluma, dejo caer mi trasero en la silla frente al escritorio, jalo aire, contemplo el espacio en blanco y... Nada. No puedo hacerlo. No es como si todo ya se hubiera dicho. No es como si no tuviera nada que decir. Quiero hablar. Quiero gritar. Lo deseo tan intensamente, pero no encuentro las palabras correctas para dejar salir lo que siento. Las contradicciones, los miedos, las emociones y las historias que necesito contar.

Sentarme a escribir por la tarde es un hábito que ha moldeado mi rutina desde que era una niña, pero últimamente no encuentro la forma de correr la pluma. O tal vez, solo tal vez, en realidad me siento paralizada, porque hace tiempo que la vida perdió su encanto. No hay magia, rayos de sol, ni algodones de azúcar. Ya no. ¿Cómo lo habrían en un mundo donde niños huérfanos hacen malabares en los pasos de cebra por una moneda? Hay razones no sencillas por las que las cosas son así. Por las que mi país es una fosa común. Una herida abierta que supura. Razones que me hacen infeliz. Que me atemorizan. Y que hacen de la existencia un peso insoportable.

Es un pensamiento peligroso. Lo sé. Mis amigos dicen que debería ocuparme solo de mis asuntos, pasar de largo junto a los limosneros y no pensar en las niñas y mujeres secuestradas que son traficadas y obligadas a ejercer la prostitución, pero no puedo, ya no.

En un mundo en donde todo es blanco y negro, las palabras siempre han sido mis acuarelas. Pero hace días que no encuentro el agua para humedecer el pincel, porque si al volver a casa un atardecer se asoma en el horizonte despertando a las musas, me viene a la mente la última noticia que mi padre vió en televisión, en la que un loco armado ejecutó a sus compañeros en un tiroteo escolar. O cuando un chico espera a su novia recargado en su motocicleta con un globo de helio en el que se lee un «Te Amo», inspirándome para escribir la historia de un muchacho llamado Tyler y una chica llamada Andrea, no puedo evitar recordar el más reciente feminicidio que ocurrió en Nuevo León, en donde una mujer de dieciséis años murió a manos de su expareja.

Así que aquí estoy, escribiendo en el ordenador los nudos de mi corazón, en lugar de historias de amor, porque la vida es así. Una contradicción en sí misma.