Una decisión, una semilla
9/9/20151 min read
Me dije a mi misma: «Solo toma una decisión. Levántate de la cama. Vístete. Ve a correr. Haz la diferencia entre querer hacerla y llevarla a cabo. Una decisión, sólo una». Así es como ves el árbol en la semilla. Y cuando la coges y la cubres de tierra y la riegas, es probable que salga algo, pero eso es solo el comienzo, porque no todas las semillas se tienen que volver árboles. Algunas solo ayudan a mantenerte ocupada procurando tu jardín, protegiéndolo de las adversidades del mundo: lluvias, viento, pájaros hambrientos, insectos, frío... Y esos pequeños actos te recuerdan a no obsesionarte con la idea de la perfección, del éxito, de los frutos. A no depender de la idea de que una decisión siempre lleva a otra y a otra. O que siempre es necesario que sea así. Algunas veces una decisión es sólo eso: Hablar con una amiga por teléfono y después recostarte en el suelo y descansar el resto del día. Y eso está bien. No necesitas paralizarte por la grandeza de una posibilidad. Cada trote no tiene que ser parte del próximo maratón. Cada verso escrito no tiene que convertirse en el próximo best seller. Cada día tiene pequeños logros tangibles para apreciar. Porque no todas las semillas existen para ser parte de la grandeza del bosque de tu vida.
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